Editorial

La realidad periodística

Bajo los principios humanos más nobles ha surgido el periodismo propiamente dicho, como medio de interacción ciudadana. Desde su recorrido por el auge de las civilizaciones egipcias, persas, romanas, ha levantado la bandera de la sublime verdad dada a conocer. La función del periodista, profesionalmente hablando, se basa en la búsqueda, selección, redacción y difusión de la información. Pero mucho más allá de la tecnicidad el fin primero del ejercicio de esta noble labor es dar a conocer la verdad por sobre todas las cosas, independientemente al poder sobre el cual se emite la noticia.

El Periodismo es en sí un elemento insoslayable de todo Gobierno contemporáneo, y la garantía de que lo irregular será conocido y que lo positivo será puesto ante la opinión pública. El ejercicio de esta profesión, que más bien debería de ser un apostolado, debe tener en sus filas a nobles exponentes de la sociedad, cuyos valores humanos, éticos y morales deben trasuntar figuras personales o intereses económicos. Es una profesión sumamente delicada pues lo que proporciona es la información.

La realidad del periodismo en nuestro país y con especial énfasis en nuestra región, es digna de destacar, pues dentona dos sentimientos compartidos, la satisfacción por la labor emprendida y por los agrios recuerdos de atropellos contra la dignidad humana y la misma libertad de expresión. El avance del proceso formador del Estado actualmente concebido fue penoso y sangriento para nuestro estamento que vio caer a valientes que pregonaron los principios fundamentales de la profesión nacida con el “Paraguayo Independiente”.

No solo las balas o agresiones constituyen atentados contra quienes ejercemos la profesión, sino que cuestiones no ajenas a la generalidad de la población. El periodismo sigue siendo agredido con modalidades modernas de opresión venidas desde el mismo “chantaje legal” de obviar males o irregularidades por presiones venidas desde las mismas direcciones de los medios. El encasillamiento o direccionamiento obligado de la información difundida hoy en día se ha vuelto práctica cotidiana en la labor periodística, transgrediendo así la esencia de ecuanimidad.

La esclavitud informativa de solo difundir lo que conviene u ordenan los poderosos que fungen de líderes o autoridades, es la misma presión sufrida por quienes trabajan en instituciones oficiales y deben indefectiblemente solo “ver” lo que les permitan ver. Otro de los factores que condicionan el cumplimiento cabal de este apostolado constituye la misma explotación laboral.

La falta de salarios acorde con el nivel laboral, la denigración venida de inexpertos al frene de los medios de comunicación que creen que manejar un “boliche” es lo mismo que administrar un medio, son constantes manifestaciones de lo penoso que se ha vuelto hoy en día, en mucho de los casos, ejercer el periodismo.

La obligatoriedad de ser periodista y productor a la vez, es un punto que no permite desligar de subjetividades o intereses económicos, pues a nivel local sigue predominando el criterio empresarial, institucional y político, que una publicidad es sinónimo de “alquiler” del mismo profesional, hasta tanto dure el contrato. La impunidad es igualmente un mal que acecha a nuestro sector, pues las mismas agresiones contra la libertad de expresión y contra la integridad física, quedan al olvido de la justicia benigna y al mejor postor.

El subempleo también es alto a nivel de profesionales de la comunicación, sobrevenida de la crisis económica así como de la indiscriminada explotación ilegal del espectro radiofónico. El día a día del periodista no es fácil. Y lo que se escucha, se ve o se lee, no refleja en absoluto realidades individuales de los actores encargados de la materia. Del mismo modo, este día, resulta adecuado hacer un “mea culpa” por los mismos vicios plasmados en quehaceres, dignos de portadas de diarios o comentarios generalizados.

Al igual que en otros estamentos de la vida Nacional, en el ejercicio del periodismo abundan corruptos colegas que prostituyen esta labor originada en medio de altos principios. Verdaderos extorsionadores con micrófonos, lapiceras y cámaras siguen mimetizados entre quienes expresamos de alguna manera nuestro amor por el trabajo y la legalidad. Lejos se está de un cumplimento pleno en el desarrollo individual. Quienes se valen de la mentira como arma para chantajear, vilipendiar, agredir y menoscabar al prójimo, no son verdaderos periodistas, sino delincuentes comunes que han tenido la bendición diabólica para ocupar asientos de comunicadores.

La denigración del periodismo no ha venido solo de factores exógenos, sino del mismo integrante de rubro. Al igual que cualquier profesión del mundo, personas con bajo perfil moral y ético, lo son igualmente en la labor de periodistas. Pero hay quienes a pesar de la “inmundicia” siguen firmes en postulados, no solo profesionales sino humanos de valores venidos de la misma cuna. Honrar al mismo mandamiento periodístico es una manera más que útil de revitalizar la hoy escuálida situación general.

La verdad es el fin de toda ciencia, y defenderla no es solo monopolio de los poderes del Estado, sino de esta hermosa labor. Celebrar el día del Periodista debe conducirnos a un reconocimiento de errores voluntarios o involuntarios en el cumplimiento de esta misión. Como todo ser limitado, los que emprendemos la labor informativa habremos de cometer innumerables errores, y a la par de esta ciencia nos sometemos al mismo rigor crítico del que somos jueces constantemente.

Como fin individual todo ser con razonabilidad debe buscar mejorar, ampliar sus conocimientos para transmitirla. Los medios siguen siendo la “caja de resonancia” de la ciudadanía que ve un respaldo importante en un cronista a la hora de peticionar lo que cree corresponderle. El compromiso del comunicador es enorme, por lo que en la misma medida su responsabilidad debe acompañarla. Reafirmando nuestro compromiso firme de informar con veracidad y objetividad, desde el Diario TNPRESS, saludamos a compañeros y colegas, que al igual que nuestros fieles lectores nos acompañan en la misión periodística.

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