Editorial

La austeridad solo para rubros de interés poblacional

Sigue siendo notoria la ineficiencia, la medida intentada varias veces promocionar desde todas las administraciones pos dictadura, que el dinero del pueblo será destinado para su fin y que de ninguna manera el derroche será la regla como en “gobiernos anteriores”.

Hasta la fecha no es más que promesa de campañas electorales.

La austeridad solo se ha planteado a la hora de proporcionar mejores condiciones a la ciudadanía en general.

Eso se ve, se nota, se siente.

Nunca ha primado la utilización correcta de los recursos del Estado, cuando se trataba de dar rienda suelta a propios desenfrenos y vivir con comodidades principescas.

Es un absurdo hablar de no desperdiciar cuando solo se gasta en cuestiones innecesarias y se deja de lado puntos fundamentales y que de verdad requiere de “derroche”.

La falta de camas en hospitales, médicos, especialistas, terapias, estructuras, caminos de todo tiempo, servicios básicos, no precisamente habla de un Gobierno que equilibra recursos y que los que manejan el país tienen acciones claras. No solo de ahora, sino de siempre, y replicado en administraciones municipales.

Es un absurdo destinar millonarias sumas en bocaditos, alhajas, viajes, “logos”, cuando cientos de paraguayos siguen sufriendo por la falta de medicamentos y condiciones mínimas para ser atendidos en hospitales.

La educación sufre la desidia oficial en materia de estructura, con escuelas que se caen a pedazos y con niños dando clases bajo árboles, hace décadas.

Las necesidades abundan en el Paraguay, y afecta a todos.

Decir que no se puede “hacer gran cosa” con presupuestos e incluir bocaditos, seguros vip, sueldos millonarios a quienes hacen poco o nada, habla muy poco de una correcta administración.

Si existen pocos recursos, un buen administrador anticipa prioridades, y desecha nimiedades. Y la actitud de todos los ejecutivos, no ha tenido casi nunca esta lógica.

Cada centavo que es utilizado, o mal utilizado directamente atenta contra la ciudadanía, por lo que solo observar cómo se dan las cosas es dar espaldarazos a que el derroche permite la buena vida de algunos hipócritas.

Es momento de exigir a que representantes no solo calienten sillas en el legislativo, y que la ciudadanía salga de su modorra.

Es de urgencia abrirse a actitudes diferentes, y exigencias sostenidas.

Es suficiente el derroche histórico. Se debe minimizar negociados e impulsar acciones para beneficio general y que nos prepara para situaciones como la presente.

No hay excusas y argumentos que puedan atenuar despilfarros, por lo que el fiasco es el calificativo correcto.

Se prometió diferencias, pero se expresó similitudes absurdas con anteriores autoridades, sean ellos a nivel nacional o local.

La decepción debe abrir paso a la exigencia, y fundamentar peticiones de conductas serias de dirigentes.

Los líderes tienen la obligación de manejar correctamente los recursos estatales, y velar por el pueblo.

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