Editorial

La lista sábana no era el problema…

Definitivamente las famosas “listas sábanas”, aquellas que posibilitaban el voto por una persona, pero el ingreso de varios otros mediante la modalidad, no constituían el mayor problema para la realidad legislativa actual. Y es así que el sistema de D ‘Hondt, por el que se regía la conformación de nominados para las cámaras del Congreso, no forman mentes enfermas destinadas únicamente a lucrar con escaños.

La generadora de energúmenos e inútiles para la sociedad pasa por la nominación en los partidos políticos de hombres escombros. La mezquindad de referentes políticos no lo crean las “listas sábanas”, y el resultado es irrebatible. La formación de políticos de medio pelo es pura responsabilidad de quienes manejan partidos a platazo limpio, y que integrar listas no depende más que del bolsillo de los candidatos.

Las listas sábanas únicamente colocaban la cereza sobre la torta, mientras que la masa, el decorado y su esencia son “cocinadas” en cuatro paredes, donde al mejor postor o por chonguismo se entregan lugares de preferencia. El sistema electoral no obliga a que en las diferentes candidaturas tengan que indefectiblemente colocarse a indeseables.

Los Chaqueñitos, Paredes, Rivas, Oso, Bachi y otros tantos especímenes de la fauna politiquera, siguen en el mejunje del poder, debido al mal manejo de organizaciones políticas que más bien parecen un mercado negro, donde lo que no se compra si tiene precio. Esta es una penosa realidad, donde las “listas sábanas” fueron un chivo expiatorio, para cubrir propia responsabilidad por crear tantos dinosauros políticos, en vez de personas íntegras y con principios del bien común.

La clase política es el rubro de mayor deuda con la población paraguaya, la que no creció, la que involucionó. Ni siquiera se permiten sobresalir a quienes medianamente presentan un buen perfil, no un perfil engañoso, hipócrita, como hoy en día siguen proponiendo como candidatos que aparentan ser ovejas, pero en la realidad son lobos hambrientos.

El desbloqueo de las listas fue un interesante analgésico para este mal, pero en una sociedad con integrantes serios, íntegros y respetuosos de los principios morales y políticos, no haría falta culpar al último punto del engranaje corrupto, creado por quienes hicieron un verdadero negocio de un apostolado. El deber ser, quedó muy alejado del rubro, y hoy en día se necesita volver a la esencia del mismo ser humano, que por codicia lo llevó a descender a un submundo de inmundicia, cuyo olor fétido alcanza prácticamente a todos quienes proponen representar al pueblo.

Estos antivalores llevan a levantar decepciones y desganos en la ciudadanía, cuya participación es cada vez menor en elecciones. Lo que sí debería modificarse es la conducta y la idea de quienes ostentan el poder. La reingeniería moral es impostergable, y el desechar modelos inidóneos para buscar el avance de sociedades, serán puntales para retomar el camino de la real política.

La ciudadanía, en su afán por ser correctamente representados, tiene un rol fundamental en la reconversión de políticos. Las exigencias y la participación ayudarán a tener una depuración real de las filas de organizaciones dedicadas a la política. Mientras más buenos y correctos ciudadanos se tengan, se aumenta las chances de tener a mejores figuras políticas que puedan enfrentar sin mayores sobresaltos mezquindades de la estructura creada para auto-lucro. El Paraguay necesita de mayor inversión, no solo en lo económico, sino en lo moral, en lo ético y honestidad.

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