Editorial

La realidad de la narcopolítica no es monopolio de una sola agrupación

Algo absolutamente no nuevo, tiene que ver con las organizaciones criminales contemporáneas, que  manejan las actividades dentro del marco legal, mediante el ropaje de impunidad que dan los cargos políticos y al que no se necesita mucho trabajo, sino dinero, para acceder. Si bien Celeste Amarilla, repite y repite sobre ello, ahora con un discurso más moderado y hasta bien direccionado, este rubro, que se  ha dado a conocer con el nombre de “narco-política”, está vigente en casi todas las agrupaciones, no solo hacia donde se enfatiza.

Este tipo de actividades eran conocidas en el Mundo, por el “legado” de la Ndrangheta y la Camorra italianas, los cárteles colombianos, la mafia Rusa, los clanes Yakuzas japoneses y las Triadas chinas, que impactaron no solo en sus regiones sino fuera de ellas. A cada tanto, con nuevos episodios de muertes, o descubrimientos de “estupefacientes”, aviones, vehículos o llamadas de políticos para suavizar procedimientos, se abre nuevamente ante la opinión pública el nivel de la narco-política, y su grado de incidencia en la sociedad paraguaya.

Por una cuestión hasta lógica los que suelen estar en el poder, por medio de Gobiernos, se combaten las organizaciones criminales, en las que solo ven una autoridad rival, obviando que esas organizaciones sólo pueden seguir con vida a la sombra de ellos mismos. Y es aquí donde se da el nacimiento pleno de la denominación que dejó antecedentes de sangre por donde pasó.

Resulta claro que, ante los métodos de vigilancia actuales las organizaciones criminales sólo pueden perdurar gracias a la existencia de cómplices dentro de los aparatos estatales que logran corroer. El Congreso es un antro de rufianes, malvivientes de guante blando, y mentirosos patológicos. La plena presencia en la estructura estatal de mafiosos, sean ellos legisladores o ejecutivos, hacen de las organizaciones criminales herramientas perfectas para delinquir y lucrar solapadamente. Eso en esferas del coloradismo, liberalismo y ni que decir la “izquierda”.

La historia es clara y confirma nexos de casi todos los administradores con personajes del submundo. Muchos Estados han utilizado a las mafias en la aplicación de sus propias narcopolíticas, acallando atrocidades con el dinero que genera. El Paraguay es un ambiente más que propicio para la permanencia e incidencia lamentable de la narco-política, pues las leyes solo condenan a quienes no pueden cumplir con el requisito.

El dinero sirve de mucho para este fin, hasta convierte a exconvictos en Presidentes y líderes partidarios. Donde la justicia es prostituta, se padece de males absurdos, cuyas vigencias perduran hasta tanto el pueblo se cansa y actúa. Las mafias solo acentúan la condena al pueblo a la injusticia, generando mayores brechas entre ricos y pobres, confundiendo entre honestos ymarginales, tal cual se tiene en este tiempo, donde la narcopolítica está fuertemente impregnada.

Crímenes pasan a ser delitos, y delitos en hechos mínimos, si es que se tiene la “coartada” del dinero, mejor testigo e irrebatible prueba de inocencia. Es así que Diputados, Senadores, y referentes estatales, no precisamente tienen las manos muy limpias como para arrojar piedras. La narcopolítica se instala en Naciones donde predomina el silencio cómplice depolíticos, autoridades legalmente constituidas,  empresarios, iglesias y medios de comunicación.

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