Editorial

Sapos y culebras: plato principal de la unidad colorada

La denominada “unidad colorada” será forzosamente aplicada en todas las zonas, con miras a las municipales. En el Alto Paraná, no precisamente se muestra mucho entusiasmo por el operativo “cicatriz”, ya que por experiencia anterior, no será muy íntegra, impermeable, siendo indisimulable descontentos de dirigentes de los principales movimientos operantes en la región.

Todos coinciden en discursos sobre la necesidad de practicar la unidad para lograr el objetivo de retornar al poder en comunas relevantes, pero de la misma forma exigen “respeto” y que cesen las famosas persecuciones y venganzas de correligionarios. Por regla general, aunque con excepción comprobada en abril del 2.008, las internas permiten determinar al elegido de la mayoría, siendo criterio aceptar el de mayor voto y segur trabajando  por el determinado partido en pos de las generales.

Las internas dejan a su paso, contusos y heridos, que en tiempo atrás no se resentía, considerando que el daltonismo originado por el fanatismo obligaba a tragarse dignidades y seguir en pos del color. Sin embargo desde el “aprendizaje” del 2.008, eso no precisamente está presente en el Partido Colorado. Alto Paraná, ya no presenta la disyuntiva de tener a ganadores en tierra perdida, donde las reglas siguen siendo dictadas por un solo “líder”. Los fuertes enfrentamientos entre correligionarios sigue teniendo impacto negativo en pos de lo que se trata vender: unidad.

Pero no deja de ser coyuntural, pues la memoria y la dignidad de muchos políticos tienen vida efímera, todo manejable conforme a los beneficios que se pudiera obtener con victorias, o derrotas electorales. Hoy ya nadie puede inflar pechos por ganar internas, pues el desprestigio de los partidos tradicionales, ya dejó derrotas vergonzosas.

La unidad, solo será factible si todos y cada uno de los referentes ponen en conjunto esfuerzos y dejan de lado rencillas de siempre. La “invitación” para los comensales colorados tiene menú único, al que todos deben adaptarse, o caso contrario buscar otras mesas para alimentarse.

Si bien los políticos y politiqueros poseen un estómago especial que les permite engullir hasta dignidades, la cantidad de “sapos y culebras” que deben ser consumidas supera la capacidad de digestión de algunos. “Abdistas” y “cartistas”, tendrán a prueba sus estómagos.

Nunca se tuvo unidad íntegra, pero sí deseos de formar parte de los invitados, hecho que minimiza la indigestión, pero obliga a tragarse de todo, sin reclamar y hasta agradeciendo.

Lejos de la unidad granítica, pero con un impostergable deseo de retornar en esferas del poder, se adaptan paladares y la gran mayoría camina por la misma senda pintando de rosa a quienes calificaban de malvivientes y amorales. El fenómeno de pretensiones electorales anestesian conciencias y evitan reacciones por “escupitajos” y denigraciones. Abrazar a enemigos jurados, es otro punto exigido e ineludible. Los invitados están, resta por saber si todos los que asisten son capaces de disfrutar del “mangar” obligados, sin manifestar asco.

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