Editorial

La “mutación” por intereses electorales…

Nade nuevo por cierto, pero los tiempos electorales, no solo incrementa lenguajes soases o ataques furibundos contra contrincantes de turno, sino que tiene un efecto de “cambio”, de transformación en visiones, pues de otrora enemigos se pasa a amigos, de nefastos personajes en seres “iluminados” y de “ANRNuncaMás” a ayuda por favor.

Este fenómeno de transfiguración, es por tiempo limitado, al igual que el real interés en la transparencia y el correcto uso del dinero ciudadano. Solo opera en circunstancias electorales y  cuando el pánico cunde por derrotas comiciales. Asociarse a grupos que tanto se cuestionaron, es penosamente profesar principios hipócritas y de puro maquiavelismo. Y efectivamente Prieto de ello sabe.

Pactar con el “diablo”, jamás puede ser auspicioso o digno de destacar. Los nefastos de ayer para pretensiones electorales, hoy son lo más honestos y útiles. Este es el impresionante cambio de actitud de seudo dirigentes que no saben sostener coherencias y mucho menos ética. Es absurdo cambios de posturas con afanes electorales y nos dirigimos a la misma politiquería barata que solo perjudica y no lleva a nada bueno.

Sostener que resabios de organizaciones políticas, que sometieron a la ciudad a las sombras de la corrupción, son lo “máximo”, y que se suma a proyectos “diferentes”, es una mentira tan clara como la mediocridad intelectual del intendentable naranjita.

Caer a este nivel, no aglutina, al contrario dispersa eventuales adhesiones, pues la clase pensante, la ciudadanía operante y con principios no podría plegarse a tamaña barrabasada. Escuchar de boca llena hablar de las “bondades” de quienes desbalijaron la ciudad y propiciaron el fortalecimiento del Clan Zacarías, es intentar tapar con el dedo al sol. En absoluto este es el paso a seguir si se desea construir en base a valores éticos, morales y de honestidad.

La corta memoria de expositores de la fauna regional lo lleva a caer en constantes contradicciones y de críticas, en corto tiempo pasan a alabanzas. Esta confusión creada por la apetencia de liderazgos electorales solo deja al descubierto calañas. Jamás se puede estar bien con Dios y el diablo, por lo que la opción es única. No darse cuenta del ridículo que en muchas ocasiones se cae, es porque el pensamiento, la moralidad y la personalidad ya se han adaptado al estilo de vida mezquino, genuflexo y pendiente de  zoquetes.

La ciudadanía en general debe percibir estos detalles en cada agrupación política que hoy está a la caza de adhesiones a proyectos políticos. Si alguien tiene la desvergüenza en afirmar y luego des-confirmar, no es precisamente por razonamiento propio, sino porque le obligan a “pensar diferente”. Las inconductas marcan a las claras las diferencias entre un político de verdad y un vulgar populista.

Lamentablemente las muestras dejan muy poco en cuanto a expectativas positivas, por lo que hacer hipótesis de que no variará formas de “hacer campaña” con el manejo de instituciones no es muy desacertado o irreal. Los vicios propios, sumado a la transmutación constante de “hombres escombros”, a excelentes líderes, no puede sencillamente pasar desapercibido por una población consiente.

Los cargos públicos deben ser ocupados por íntegras personas, que miden las cosas, que separan lo personal, y lo mezquino de conductas. El voto es un derecho y deber consagrado a los ciudadanos como herramienta eficaz de castigo y premio. Quienes cumplieron con roles a la medida de lo requerido, no deberían temer caídas o asociarse con energúmenos.

Cada elección es un aprendizaje, tanto para vencedores, como para vencidos, por lo que sacar provecho de un comicio, es no volver a cometer errores que reciben castigos. La clase política es la que más debe reivindicarse con la sociedad a la que dice representar. El cambio debe alcanzar a las conductas de líderes y autoridades que de momento solo aparentan, no viven. Vomitar sobre quienes luego uno se besa y abraza, no es solo poco inteligente, sino un signo de desespero, incluso para quien jugando “play”, ganaría elecciones.

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