Editorial

La inconsciencia invariable mejora la incidencia del Dengue

Como si no faltaran males que colocan en vilo la misma vida de miles de personas, el Dengue tiene una nueva incidencia, a puertas de una “tradicional” epidemia a nivel Paraguay.

El mismo dilema hecho costumbre de exposición plena al peligro de muerte por la inconsciencia generalizada y sostenida.

Es típico del paraguayo hacer caso omiso a llamados desesperados de autoridades sanitarias para tomar enserio la lucha contra este mal son sencillos actos de limpieza que deberían ser normales. Ni lavarse las manos resulta cuando se tiene a ignorantes trogloditas como protagonistas.

La prevención, una conducta de personas con el sencillo sentido común  aún no pudo impregnarse en la vida del ciudadano, que en ocasiones incluso ni siquiera lo de la conciencia consecuente llega a funcionar a cabalidad.

El acecho del dengue se volvió terriblemente normal y a este ritmo, no del mosquito, sino de la falta de conciencia de la población, el resultado será catastrófico. Se suman males, y el Covid-19 no será el único a incidir en la salud poblacional.

Si los ciudadanos actuarán de manera “normal”, la higiene personal y  ambiental no costaría tanto como hábito.

La limpieza de patios es, o debería de ser, tan corriente en comunidades que superaron el neolítico.

Es una verdadera vergüenza que por sucios de manera constante los seres humanos pasen las de “Caín”, cuando la receta es la prevención.

La falta de conciencia genera dolor en “propios y extraños”.

El letargo en que se desenvuelven las personas en materia de prevención, es la vitamina para el aedes aegypti.

La eliminación de criaderos del vector debe involucrar a todos los sectores sociales y no solo a estamentos que deben limpiar la inmundicia personal.

De poco sirve tener un patio “brillante” y al lado contar con una industria de mosquitos.

El costo de esta desidia es dolor y muerte.

La falta de  tenacidad en ser limpios hace décadas viene constituyéndose en fomentador de luto.

La inconsciencia poblacional la sostiene y fortalece.

Es de desvergonzados esperar que las autoridades sanitarias se aboquen de limpiar patios de porquerías, pues la falta de higiene es responsabilidad propia de quienes gusta vivir como cerdos.

A todo esto se suma la patética realidad de salud pública en el Paraguay, que  ni siquiera puede encarar situaciones ordinarias y menos aún epidemias.

Es momento de  tomar enserio medias preventivas básicas, y demostrar que se es un mínimo más inteligente que un mono.

Los llamados desesperados y reiterados de la gente de salud siguen cayendo en oídos sordos de sociedades obsesionadas por la desidia.

La idiotez personal no solo afecta al círculo individual, sino contamina al resto. Como ciudadanos se deben emprender acciones responsables, hechos que puedan sostener la vida normal y correcta en la comunidad. No es cosa de otro momento, es básico.

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