Editorial

Insistir con la higiene es la forma de combatir el acecho de enfermedades

Hay reclamos, preocupación, muertes y desidias ante el contexto de pandemia, pero la presencia de males que colocan en vilo la vida de poblaciones enteras tiene un manejo sumamente sencillo y que puede salvarnos de la misma extinción. El 99 por ciento de las enfermedades epidémicas y pandémicas reportados en el planeta pasan por una tremenda dejadez de las personas, que prefieren estar rodeados de inmundicias a cumplir con obligaciones propias de limpieza.

Todo pasa por la higiene, algo extremadamente ordinario. Está científicamente comprobado que incluso esta patología que zozobra el mundo, se previene con hábitos de higiene colectivo, y que las vacunas son nada más paliativos. La humanidad debe acentuar cuestiones básicas de convivencia si desea seguir siendo el dominante de las civilizaciones. La historia nos ha dado lecciones tremendas, con pestes que mataron millones, por ignorancia hacia este principio de limpieza.

Lo esencial sigue siendo la limpieza, y pese a la evolución la humanidad al parecer no aprende. El Dengue ataca por la falta de limpieza de predios, posibilitando criaderos del mosquito Aedes Aegypti. Todas las dolencias producidas por virus, de transmisión simple son aplacadas en su incidencia mediante la higiene. El sencillo acto de lavarse las manos, y de cuidar propias viviendas, son fundamentales a la hora de enfrentar los males que se volvieron endémicos a consecuencia de la inconsciencia ciudadana. Y en nuestro país, y con especial énfasis en la región la situación va de mal al peor.

Acciones mínimas y que deberían ser práctica común, fueron olvidadas para dar pie al surgimiento de males causados por la suciedad propia y la del inconsciente vecino. Aplicar medidas simples, capacitar, concienciar sobre la importancia de lo que no es un lujo o inalcanzable por la pobreza material como el  agua y jabón, debería ser prioridad del Gobierno que sabe perfectamente de todo esto.

La salud preventiva, es la solución. La compresión de los padres de familia de la importancia de tener a los inmunizantes como prioritarios para combatir de manera anticipada eventuales enfermedades en sus vástagos no pueden pasar desapercibido, teniendo en cuenta que es la garantía de la salud básica, y gratis. No resulta tan difícil dotar de salud a la población, basta con fomentar la conciencia de la higiene, y el cumplimiento de obligaciones naturales de padre para hijos. Hablamos de las dolencias naturales, no así de aquellas ocasionadas por accidentes.

La falta de tino, o incluso de ideas en las autoridades impide un acercamiento efectivo a dicha posibilidad de instalar la prevención, antes que tratamientos costosos y en ocasiones inservibles. Quizás por que eventualmente eso podría sacarle el negocio de los hospitales privados, donde también cumplen funciones. El acecho de estas tremendas enfermedades, que a su paso cobran vidas humanas, debe ser el aliciente, en nuestros gobernantes y en la ciudadanía toda, de la imperiosa necesidad de revivir prácticas comunes en seres humanos que aborrecen la inmundicia.

No podemos ser blanco permanente de virus y bacterias que solo sobreviven en ambientes propicios planteados por las propias personas. Solo seres irracionales pueden mantenerse así. Somos responsables de todo lo que negativamente nos agobia. Por más torpe e irracional que sea, estamos autodestruyéndonos con la degradación de nuestro hábitat. Debemos cambiar esta manera de auto-eliminación, propiciada por la inconsciencia y des-respeto al medio ambiente. Adoptar como integrante del día a día conductas concordantes con la responsabilidad ambiental, será un paso primordial y obligatorio, para crear barreras ante todo lo que atente contra la misma humanidad.

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